
Recuerdo perfectamente cómo nos conocimos. Por aquel entonces los planes de ser mamá ya rondaban en mi cabeza y había comenzado a informarme de cómo prepararme, qué suplementos debía tomar. etc. Y tú apareciste una tarde en el despacho, alegre y risueña; querías que te ayudáramos con la web y la comunicación de tu consulta. Silvia ya me había avisado, "es la mejor en su trabajo", unas palabras que cobraron realmente sentido un tiempo después. Te sentaste y comenzaste a hablarnos de tu trabajo... pero pronto me di cuenta que no solo era tu trabajo, ¡era tu vida! Tu pasión, tu vocación, tu motor. Aquella manera de explicarnos tú día a día dejaba claro que amas lo que haces y que te hace muy feliz. Me transmitiste tranquilidad, experiencia, delicadeza, profesionalidad y mucho amor. Al llegar a casa, aunque yo estaba contenta con mi ginecólogo, le dije a mi marido "hoy he conocido a la doctora que llevará mi embarazo". En los meses siguientes, trabajamos juntas en tu web y, a medida que te iba conociendo, me daba más cuenta que mi intuición no fallaba, eras tú. Y así fue.
El 17 de noviembre de 2014 fuiste la primera en conocer mi embarazo. El test había dado positivo tan pronto que casi no me lo creía, así que te consulté y efectivamente, estaba embarazada. Me diste la enhorabuena y en seguida nos pusimos manos a la obra para concertar la primera visita. Recuerdo aquella revisión con un amor infinito... yo tenía bastante miedo, pues tenía tantas ganas de tener un bebé que temía que algo pudiera salir mal. Escuchamos su corazón, lloré de emoción y al hablar contigo me quede tranquila. Pero tranquila de verdad. Sintiendo esa paz que te invade cuando sabes que estás en las manos correctas, que has escogido bien, que te van a cuidar y que confías al 100% en la otra persona.
Desde entonces y hasta la última visita de mi primer embarazo me sentí arropada, acompañada, respetada... Cualquier duda que me surgía allí estabas para darme una solución, y lo más importante, transmitirme tranquilidad. Siempre digo que mis embarazos fueron un lujo, y es real, me encontré bien en todo momento y todas las pruebas que hicimos fueron de maravilla. Y creo que en eso tienes mucho que ver. Sentirse tranquilo, sin tener que preocuparse de nada, solo de disfrutar el maravilloso momento, estoy segura de que ayuda mucho a que todo vaya bien, a que todo fluya.
Fueron 9 meses de amor infinito en los que no podemos estarte más agradecidos a ti y a tu equipo (gracias a Susana porqué es un amor de verdad) por todo tu cariño, profesionalidad y dedicación. Recuerdo que amigas mías que también estaban embarazadas por esas fechas alucinaban, ¡yo estaba tan mimada! Tenía ecografías de mi bebé preciosas en cada visita, mi doctora me dejaba mandarle los resultados de las pruebas por WhatsApp sin esperar a la siguiente visita, me aconsejaba en todo, atendía mis dudas... Realmente me siento muy muy muy afortunada.
(mostrar mas)
Y llegó el día. Mi última visita de control. No había dilatado nada, ni borrado cuello, ni expulsado tapón, ni roto bolsa. Paula estaba taaan a gusto que no tenía intención de salir. Estábamos en la semana 40 y fuiste muy sincera: "queda poco líquido amniótico, aunque la niña está bien". Yo quería parir de forma natural, me hacía mucha ilusión. Pero tenía claro que la salud de mi hija era lo primero, no iba a arriesgar nada en eso. Así que programamos cesárea para la semana siguiente, siguiendo tu consejo. Recuerdo que me diste cita en la Clínica del Remei bien temprano, aunque la cesárea estaba programada para la tarde, por si ese mismo día por la mañana aún había posibilidades de parir. Pastora, a la que te agradezco que incluyeras en mi parto y embarazo porqué es un amor y una profesional de 10, fue muy sincera en aquella visita: "podemos poner oxitocina y ver hasta donde llegamos, pero va a ser duro para las dos, y mi experiencia es que acabará en cesárea. Te hablo como a una hija". Y Daniel y yo lo tuvimos claro, queríamos ante todo que nuestra niña estuviera bien. Así que a las 15:30h de aquel 5 de agosto de 2015 entramos en quirófano, y a las 16:01h escuché el llanto de mi hija. Una preciosa niña de 2,780Kg que llegaba al mundo con fuerza. Lloré y lloré de emoción, y todavía hoy se me saltan las lágrimas al recordarlo. ¡Sí! Fue una cesárea de amor. La noche de antes yo estaba asustada y recuerdo que me dijiste "va a salir todo bien, no os vais a separar ni un momento". Y así fue. A pesar de no ser el parto con el que tantas veces había soñado, sí fue un parto respetado, acompañado, lleno de amor, en el que primó el bienestar de nuestra pequeña. Y lo más importante, en el que pudimos escoger, siempre con vuestro consejo.
Una vez nació la peque seguiste acompañándome y cuidándome, visitándome en el hospital, dándome tu consejo, llamándome por teléfono para saber cómo estaba. Sinceramente, miro hacia atrás y no hay palabras.
¡Y repetimos! Porqué cuando decidimos darle a Paula una hermanita, no cabía duda que queríamos que fueras tú de nuevo quién nos ayudara a traerla al mundo. Nos regalaste otro embarazo de 10, informándonos de todas las novedades que en esos dos años habían aparecido, aconsejándonos y acompañándonos como tú solo sabes. La verdad es que disfruté de otro maravilloso embarazo, lleno de amor y tranquilidad.
¡Y volvió a llegar el día! De nuevo semana 39 de embarazo y sin indicios de parto. Decidimos esperar unos días y programar la cesárea para el día en que cumplía la semana 40. Me dijiste que esperar más, con una cesárea previa no era prudente. Pero me diste unos días de margen por si al final me ponía sola de parto. La niña estaba bien, y no había ningún riesgo por esperar esos días. Tú ya sabías que las posibilidades de acabar en una nueva cesárea eran muy altas, pero me diste ese margen. Y dos días después me puse de parto. Lo necesitaba. Necesitaba sentir que mi cuerpo era capaz de hacerlo, y ni te imaginas cómo te agradezco que me dieras la oportunidad. El viernes 30 de marzo por la noche expulsé el tapón de la mucosa, y comenzaron las contracciones, estuve toda la noche con contracciones regulares y por la mañana me dijiste que fuera para la Clínica del Remei para hacer control. Sentí que era el momento y cargamos todo en el coche, dejamos a Paula con la yaya y fuimos al hospital. En esta ocasión fue Conchita quien nos visitó. Y me explicó todo tal cuál era: "estás de parto, pero la peque es muy grande, no estás dilatando suficiente y ella choca contra tu pelvis. No debemos esperarnos". En esta ocasión no había más opción y en una hora entraba a quirófano. Recuerdo que lloré en aquella sala, en parte porqué aunque todo había comenzado bien, no podría ser al final. Era Semana Santa y cuando te avisaron bajaste de tu casa de vacaciones para traer al mundo a mi hija. Gracias. Gracias porqué al verte aparecer volví a sentirme tranquila. En aquel momento sabía que hacía lo correcto y agradecí haber podido experimentar aquello. Alma llegó al mundo ese 31 de marzo de 2018, a las 15:45h. pesando 3,760kg (¡y tan grande que era!). Fue otra cesárea llena de amor, respeto, comprensión y mucha emoción por conocer a mi segunda hija. Recuerdo que Conchita dijo en quirófano "las aguas estaban un poco sucias" y di las gracias por esa cesárea, en ese momento preciso, sin que dejarais pasar más tiempo. Entendí que hay que aceptar las cosas como vienen y la verdad es que eso es más fácil si estás rodeada de un equipo en el que confías al 100%. En esta ocasión también me acompañaste en el post parto, y te preocupaste por mí y por mi pequeña con la paciencia infinita que te caracteriza.
Y a día de hoy miro atrás y me siento muy afortunada. No sabes cuánto. Y aún más agradecida por tu apoyo, tu experiencia, tu cariño, tu cuidado, por haberte conocido y haber hecho caso de mi intuición.
Y sí, yo puedo decir que mis cesáreas fueron preciosas y respetadas. Que me sentí cuidada y acompañada aunque se trataba de una operación, sabiendo que hacía lo correcto, lo mejor para mí y mis pequeñas. Porqué al final ser madre es eso, intentar darles lo mejor a tus hijos, cuidar de ellos siempre, protegerlos y llenarlos de amor. Recuerdo un día que me sentía un poco triste por no haber podido parir de forma natural, mi marido me dijo "qué más da la "puerta" por la que hayan escogido salir las niñas, has de sentirte orgullosa de haberles dado la vida, haberlas tenido 9 meses dentro y haberlas traído al mundo sanas y salvas, sin sufrir". Y no puede tener más razón.
Gracias Mer, gracias por tus cesáreas llenas de amor y sobretodo, gracias por ser tú. Siempre te he tenido y te voy a tener un respeto y admiración enormes, por la maravillosa persona que eres, por tu profesionalidad sin igual y por todo lo que haces por las mamás a las que acompañas. Ser mamá no es fácil, no siempre puedes escoger cómo van a ser las cosas, pero sí puedes elegir de quién te vas a rodear para afrontarlas, y yo no pude hacer mejor elección contigo.
Te queremos mucho.
Paula, Alma, Daniel y Noemí